CONCESIONARIO DE VEHÍCULOS EN PONTEVEDRA. Reforma y ampliación

Resulta inevitable estrenando nuevo hueco en internet echar un vistazo atrás, y como no, a este nuestro primer encargo de P+F, allá por el año 2004.

Se trataba de una renovación de imagen y ampliación de nave destinada a la exposición de vehículos. La renovación era tanto necesaria por la antigüedad de las instalaciones como por la propia imposición de la marca para adecuarse a sus estándares.

Se nos plantearon dos premisas de las que partir: como espacio expositivo debería ser lo más abierto posible, un gran escaparate, conjugando a su vez que se trata de una fachada Oeste cuya iluminación natural de tarde dificultaba en gran medida tanto el confort visual como térmico de sus ocupantes.

Actuamos fundamentalmente sobre la piel, sobre la envolvente de una edificación que dada su antigüedad y calidad constructiva originaria resultó compleja de abarcar desde el punto de vista de la rehabilitación. Una imagen renovada y actual parecía no encajar con pilares cuyas dimensiones no coincidían entre sí o con distancias tan dispares como sus propias posiciones.

Rápidamente se convirtió en un ejercicio muy teórico de composición. El edificio se abre a modo de gran pórtico ocultando sólo aquello imprescindible y se crea un ritmo en el despiece de fachada que responde a los requerimientos propios de la rehabilitación, se adapta por una parte al ritmo caprichoso de la estructura interior, y por otra a la economía de la repetición de ritmos. Y economía por supuesto dicho en el sentido amplio del término, porque el presupuesto es algo que nunca se pierde de vista en P+F.

Y se resuelve el inconveniente del excesivo soleamiento con medidas pasivas: la sombra. Un volumen sobresale en planta baja y genera un forjado intermedio que se introduce en el interior de la exposición. Una línea horizontal en nuestro gran escaparate, que tendrá la profundidad necesaria para arrojar sombra a la línea de puestos de trabajo que se sitúan al fondo. De este modo, y sin restar escaparate, sino creando uno a mayores para elementos más significativos, conseguiremos otorgar el confort que se nos demanda.

Han pasado 12 años y continuamos viendo en este primer proyecto las ideas con las que partimos, ideas que han evolucionado, pero que llevan con nosotros todo este tiempo. Y es que cada encargo es único, cada cliente, cada presupuesto, cada ilusión, cada proyecto de vida o profesional, también. Todos ellos se merecen el mayor de los ejercicios adaptativos por nuestra parte. El vínculo arquitecto-cliente en nuestro modo de trabajar se convierte más que en pilar en cimiento. Y como en esta nave, las soluciones más sencillas suelen ser las mejores: si tengo un exceso de sol, qué mejor que una sombra! Nos encanta ser dibujantes de sueños.